lunes, 25 de febrero de 2013

SÓLO POR AMOR

Queridos amigos y amigas: cuantas veces nos hemos sacrificado por ese alguien a quien amamos con todas las fuerzas de nuestro corazón y pensamos que esa persona también nos ama tanto a tal punto que hasta decimos ser capaces de perder la vida por ella… Los invito a escuchar este cuento…
SOLO POR AMOR
Camino por mi camino. Mi camino es una ruta con un solo carril, el mío…  A mi izquierda un muro eterno, separa mi camino del camino de alguien que transita a mi lado, del otro lado del muro… De vez en cuando en este muro hay un agujero, una ventana, una hendidura… y puedo mirar hacia el camino de mi vecino o vecina.
Un día mientras camino, creo ver, del otro lado del muro, una figura que pasa a mi ritmo, en mi misma dirección.
Miro esa figura: es una mujer, es hermosa…  Infinitamente hermosa…
Ella también me ve. Me mira… La vuelvo a mirar…. Le sonrío… y me sonríe.
Un momento después, ella sigue andando su camino y yo apuro la marcha porque espero ansiosamente la próxima oportunidad de cruzarme con esa mujer.
En la próxima ventana me detengo un minuto… Cuando ella llega, nos miramos a través de la ventana.
Parece tan encantada conmigo, como yo con ella.  Le digo por señas lo mucho que ella me agrada.
Me contesta por señas. No sé si significan lo mismo que las mías, pero intuyo que ella entiende lo que quiero decirle…   Siento que me quedaría un largo rato mirándola y dejándome mirar, pero sé que mi camino continúa…
Me digo que más adelante en el camino, habrá seguramente una puerta y quizás pueda yo cruzar a encontrarme de nuevo con ella… Nada da más certeza que el deseo, así que me apuro por encontrar la puerta que imagino.
Empiezo a correr con la vista clavada en el muro…  Un poco más adelante la puerta aparece.
Allí está del otro lado, mi ahora deseada y amada compañera, esperando, esperándome.
Le hago un gesto, ella me devuelve un beso en el aire.
Me hace una seña como llamándome. Es todo lo que necesitaba…
Emprendo contra la puerta para reunirme con ella, de su lado del muro. Pero la puerta es muy estrecha, paso una mano, paso el hombro, hundo un poco mi abdomen, me retuerzo un poquito sobre mí mismo, casi consigo pasar mi cabeza pero mi oreja derecha se queda trabada.
Empujo y empujo…  No hay caso, no pasa.
Y no puedo usar mi mano para torcerla, porque no podría poner ni un dedo allí…
No hay espacio para pasar con mi oreja, así que, tomo una decisión…
(Porque mi amada está allí, y me espera…).
(Porque es la mujer que siempre soñé y me llama…)
… Saco una navaja de mi bolsillo y rápidamente de un sólo tajo, me animo a darme un corte en la oreja para que mi cabeza pase por la puerta… Y tengo éxito, mi cabeza consigue pasar… Pero después de mi cabeza, veo que es mi hombro el que queda trabado.
La puerta, no tiene la forma de mi cuerpo.
Hago fuerza, pero no hay remedio, mi mano y mi cuerpo han pasado, pero mi otro hombro y mi otro brazo no pasan…
Ya nada me importa, así que…   Retrocedo, y sin pensar en las consecuencias, tomo un envión y fuerzo mi paso por la puerta… Al hacerlo, el golpe desarticula mi hombro y el brazo queda colgando como sin vida, pero ahora, desafortunadamente, en una posición tal que no puedo atravesar la puerta…
Ya casi… casi, estoy del otro lado…  Tal vez otro esfuerzo y lo logro…
Justo cuando estoy a punto de terminar de pasar por la hendidura, me doy cuenta de que mi pie derecho se ha quedado enganchado del otro lado…
Por mucho que fuerzo y me esfuerzo, no puedo pasarlo.
No hay caso, la puerta es demasiado angosta para que mi cuerpo entero pase por ella.
Demasiado angosta, no pasan mis dos pies…
No lo dudo. Estoy ya casi al alcance de mi amada.  No puedo echarme atrás…
Así que, agarro el hacha, y apretando los dientes, doy el golpe y desprendo la pierna.
Ensangrentado, a los saltos, apoyado en el hacha y con el brazo desarticulado, con una oreja y una pierna menos, me encuentro con mi amada…
Mirándola fijamente le digo:
- Amor mío, Tesoro mío, Aquí estoy. Por fin he pasado. Me miraste, te miré, me enamoré. He pagado un alto costo por ti… Pero, todo vale en la guerra y el amor. No importan los sacrificios… valían la pena si eran para encontrarme contigo… para poder seguir juntos… juntos para siempre, mi adorada…
Ella me mira, se le escapa una mueca y me dice:
- Así no, así no te quiero… A mí me gustabas cuando estabas entero…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.