miércoles, 31 de octubre de 2012

EL TORNILLO


EL TORNILLO
Algunas veces es un error juzgar el valor de una actividad simplemente por el tiempo que toma realizarla...

Un buen ejemplo es el caso del ingeniero que fue llamado a arreglar Una computadora muy grande y extremadamente compleja... una computadora que valía 12 millones de dólares.

Sentado frente a la pantalla, oprimió unas cuantas teclas, asintió con la cabeza, murmuró algo para sí mismo y apagó el aparato.

Procedió a sacar un pequeño destornillador de su bolsillo y dio vuelta y media a un minúsculo tornillo.

Entonces encendió de nuevo la computadora y comprobó que estaba trabajando perfectamente.

El presidente de la compañía se mostró encantado y se ofreció a pagar la cuenta en el acto.

-"¿Cuánto le debo? "-preguntó.
- "Son mil dólares, si me hace el favor."

- "¿Mil dólares? ¿Mil dólares por unos momentos de trabajo? ¿Mil dólares por apretar un simple tornillito?

-¡Ya sé que mi computadora cuesta 12 millones de dólares, pero mil dólares es una cantidad disparatada!

- La pagaré sólo si me manda una factura perfectamente detallada que la justifique."

- El ingeniero asintió con la cabeza y se fue.
- A la mañana siguiente, el presidente recibió la factura, la leyó con cuidado, sacudió la cabeza procedió a pagarla en el acto, sin chistar. La factura decía:

Detalle de servicios prestados

•Apretar un tornillo........... .... .... .... .... ... 1 dólar
•Saber qué tornillo apretar.............. ..... 999 dólares

IMBORRABLES CICATRICES






Cicatrices


Había una vez un niño que tenía muy mal carácter. Un día su padre le dio una bolsa con varios clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma debía clavar un clavo en la puerta de atrás de la casa.
El primer día el niño clavó 37 clavos en la puerta...pero poco a poco fue calmándose porque descubrió que era mucho más fácil controlar su carácter que clavar los clavos en la puerta. Finalmente llegó el día en el que el muchacho no perdió la calma para nada y se lo dijo a su padre, entonces el padre le sugirió que por cada día que controlara su carácter debía sacar un clavo de la puerta. Los días pasaron y el joven pudo finalmente decirle a su padre que ya había sacado todos los clavos de la puerta...entonces el papá llevó de la mano a su hijo a la parte trasera de la puerta.
-Mira hijo, has hecho bien, pero fíjate en todos los agujeros que quedaron en la puerta.
Ya la puerta nunca será la misma de antes.
-En el trato con las demás personas, cuando decimos o hacemos cosas con enojo, dejamos una cicatriz como este agujero en la puerta. Es como clavarle un cuchillo a alguien, aunque lo vuelvas a sacar la herida ya quedó hecha.
Los amigos son verdaderos tesoros a quienes hay que valorar. Ellos te sonríen y te animan a mejorar. Te escuchan, comparten una palabra de aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte.
Es así que este cuento nos enseña la importancia de saber cuidar a quienes queremos y nos rodean y si cometemos una falta debemos buscar la forma de pedir "perdón" para que esa amistad no se pierda.
¡¡¡La amistad entre las personas es un valor que hay que saber cultivar!!!

LOS HIJOS DE LA VIDA


LOS HIJOS DE LA VIDA

Y una mujer que llevaba un niño contra su pecho le preguntó a un maestro:
-Háblanos de los hijos.
Y el respondió
- Vuestros hijos no son vuestros hijos.
Son los hijos y las hijas de los anhelos que la vida tiene de sí misma.
Vienen a través de vosotros, mas no de vosotros y aunque vivan con vosotros, no os pertenecen.
Podéis darles vuestro amor, mas no vuestros pensamientos, pues ellos tienen sus propios pensamientos. Podéis albergar sus cuerpos mas no sus almas.
Porque sus almas moran en la casa del mañana, que ni aun en sueños os es dado visitar.
 Podéis esforzaros por ser como ellos, mas no intentéis hacerlos como vosotros.
Porque la vida no marcha hacia atrás, ni se detiene en el ayer.
 Vosotros sois el arco por medio del cual vuestros hijos son disparados como flechas vivas.
 El arquero ve el blanco sobre el camino del infinito, y os dobla con toda su fuerza a fin de que sus flechas vayan veloces y lejos.
Que el hecho pues de estar doblados en manos del arquero sea para vuestra dicha, por que así como él ama la flecha que dispara, ama también el arco que permanece firme; por eso vosotros tuvisteis la oportunidad de vivir vuestra vida y la libertad de amar y hacer tu vida.
 Deja que tus hijos vuelen solos del nido cuando llegue la hora y no los reclames para que vuelvan, ellos te querrán por siempre y tendrán también su nido del cual algún día ellos solos quedaran, pero fue su nido y su vida, déjalos libres, ámalos con libertad, no apagues el fuego de su hogar, vive y deja vivir y ellos siempre te querrán.

miércoles, 24 de octubre de 2012

AMAR A TU PAREJA


Amar a  tu pareja


Amar a tu pareja es atreverte a expresarle el cariño espontáneamente a través de tu mirada, de tus gestos y sonrisas; de la caricia firme y delicada, de un abrazo vigoroso, con la pasión de tus besos, con palabras francas y sencillas; es hacerle saber y sentir cuánto la valoras por ser quien es, cuánto aprecias sus riquezas interiores, aún aquellas que ella misma desconoce; es ver su potencial latente y colaborar para que florezca la semilla que se encuentra dormida en su interior; es hacerla sentir que su desarrollo personal te importa honestamente, que puede contar contigo; es permitirle descubrir sus capacidades creativas y alentar su posibilidad de dar todo el fruto de su capacidad; es develar ante sus ojos el tesoro que lleva dentro y cooperar de mutuo acuerdo para hacer de esta vida una experiencia más rica y más llena de sentido.

Amar a tu pareja es también atreverte a establecer tus propios límites y mantenerlos firmemente; es respetarte a ti mismo y no permitir que el otro transgreda aquello que consideras tus derechos personales; es tener tanta confianza en ti mismo y en el otro, que sin temor a que la relación se perjudique, te sientas en libertad de expresarle tu enojo, sin ofender al ser querido, y puedas manifestar lo que te molesta e incomoda, sin discutir, sin gritarlo, sin intentar herirlo o lastimarlo. Es reconocer y respetar sus limitaciones y verlo con aprecio sin idealizarlo; es compartir y disfrutar de los acuerdos y aceptar los desacuerdos…

Y si llegase un día en el que evidentemente los caminos divergieran sin remedio, amar es ser capaz de despedirte en paz y en armonía, de tal manera que ambos se recuerden con gratitud por los tesoros compartidos.

Amar a tu pareja es ir más allá de su individualidad como persona; es percibirlo y valorarlo como una muestra de la humanidad entera, como una expresión humilde del Hombre, como una manifestación humilde y palpable de esa esencia trascendente e intangible llamada “ser humano”, de la cuál tú formas parte; es reconocer, a través de él, el milagro indescriptible de la naturaleza humana, que es tu propia naturaleza, con toda su grandeza y sus limitaciones; apreciar tanto sus facetas luminosas y radiantes de la humanidad, como sus lados oscuros y sombríos; amar a tu pareja, en realidad, es amar al ser humano en su totalidad; es amar la auténtica naturaleza humana, tal como es, y por tanto, amar a tu pareja es amarte a ti mismo y sentirte orgulloso de ser una nota en la sinfonía de este mundo, aunque sea la más humilde de todas las notas musicales.

DEVUÉLVEME MIS MANITOS


DEVUÉLVEME MIS MANITOS

Una familia se había comprado un auto nuevo, cero km, hermoso por donde se le mirara: el tapizado era un encanto, el color, el diseño... todo. . .  Realmente era una belleza…
El padre amaba ese auto, todo el esfuerzo de su trabajo estaba depositado ahí en ese carro.
Un día salieron a pasear el Señor con su esposa y su pequeño hijo de tan sólo 3 años.
Pasaron por una gasolinera, y luego pararon frente a una tienda para comprar algún refrigerio. Bajaron los señores y el niño se quedó en el auto.
El pequeño encontró un marcador y como es de suponer, empezó a rallar todo el asiento.  Él estaba feliz y entretenido haciendo dibujitos en la tapicería del carro.
Y así pasaban los minutos, Él seguía pintando y pintando con gran entusiasmo y amor, ya que los niños hacen todas sus cosas única e inocentemente en esa condición.
Al subirse los padres al carro y ver la atrocidad que había hecho su hijo, le empezaron a pegar y golpearon sus manitos hasta que se cansaron.
El papá le dijo reprimiéndolo:
Ya sabes que los marcadores son únicamente para dibujar en los papeles que nosotros te demos…    A ver si aprendes la lección...!!!    Me entendiste bien?...
Pegándole una y otra vez, y sacando toda su furia, sin darse cuenta lo golpeó hasta con el llavero y las llaves del carro…
Al llegar a su casa notaron que el niño estaba en mal estado y decidieron llevarlo al hospital…
Después de varias horas, sale el médico y les dice:
Señores… Las cosas se complicaron y tenemos que amputarle las manitos a su hijo... Si no lo hacemos ahora corremos el riesgo de una gangrena en los brazos.
No podían creer lo que estaban oyendo.
Santo Dios… Era imposible de creer lo que el médico les había anunciado...
Cuando el niño salió de cuidados intensivos, los médicos notificaron a sus padres que ya podían entrar a verlo.
El padre entró a la habitación arrepentido y envuelto en lágrimas...
Y El niño al verlo le dijo:
¡Hola papi!...  ya aprendí la lección, sabes...
Yo no lo vuelvo a hacer…   Te juro que Yo no lo vuelvo a hacer nunca más...
Papi Perdóname…   Pero por favor, devuélveme mis manitos! . . .  

lunes, 15 de octubre de 2012

"EL DÍA QUE ME VOLVÍ INVISIBLE"


En esta casa no hay calendarios, y en mi memoria los recuerdos están hechos una maraña de confusiones… Me acuerdo de aquellos calendarios grandes, unos primores ilustrados con imágenes de los santos que colgábamos al lado del tocador. Pero, ya no hay nada de eso, todas las cosas antiguas han ido desapareciendo, y yo,… yo también me fui borrando sin que nadie se diera cuenta.
Primero me cambiaron de alcoba porque la familia creció. Después me pasaron a otra más pequeña aún, acompañada de mis biznietas. Ahora ocupo el desván, el que está en el patio de atrás. Prometieron cambiarle el vidrio roto de la ventana, pero se les olvidó, y todas las noches por allí se cuela un airecito helado que aumenta mis dolores reumáticos.
Desde hace mucho tiempo tenía intenciones de escribir, pero me pasaba semanas buscando un lápiz, y cuando al fin lo encontraba, yo misma volvía a olvidar dónde la había puesto. A mis años, las cosas se pierden fácilmente.
La otra tarde caí en la cuenta de que también mi voz ha desaparecido. Cuando les hablo a mis nietos o a mis hijos, no me contestan. Pero no me oyen, no me miran, no me responden.  Entonces, llena de tristeza, me retiro a mi cuarto antes de terminar de tomar la taza de café. Lo hago así de ponto, para que comprendan que estoy enojada, para que se den cuenta de que me han ofendido y vengan a buscarme y me pidan perdón. Pero nadie viene…
El otro día les dije que cuando muriera entonces sí que me iban a extrañar… y, el nieto más pequeñito dijo: “¿Ay abuela… y todavía estás viva?”. Les cayó tan en gracia que no paraban de reír. Tres días estuve llorando en mi cuarto, hasta que una mañana entró uno de los muchachos a sacar unas llantas viejas y ni siquiera me dio los buenos días… Fue entonces cuando me convencí de que soy invisible. Me paro en medio de la sala, para ver si aunque sea estorbo, pero mi hija sigue barriendo sin tocarme. Los niños corren a mí alrededor, de un lado al otro, sin tropezar conmigo.
Cuando mi yerno se enfermó, tuve la oportunidad de serle útil: le llevé un té especial que yo misma preparé. Se lo puse en la mesita y me senté a esperar que se lo tomara. Sólo que estaba viendo televisión y ni un parpadeo me indicó que se daba cuenta de mi presencia. El té, poco a poco se fue enfriando y mi corazón también…
Un viernes se alborotaron los niños y me vinieron a decir que al día siguiente nos iríamos todos a la playa!... Me puse muy contenta, ¡Hacía tanto tiempo que no salía, y menos a la playa!
El sábado fui la primera en levantarme. Quise arreglar las cosas con calma, ah! los viejos nos tardamos mucho en hacer cualquier cosa, así que me tomé mi tiempo para no retrasarlos…
Al rato entraban y salían de la casa corriendo, y echaban los bolsos y los juguetes al carro. Yo ya estaba lista y, muy alegre de esperarlos en la puerta.
Cuando arrancaron y el auto desapareció envuelto en el bullicio, comprendí que yo no estaba invitada, tal vez porque no cabía en el auto o porque mis pasos tan lentos impedirían que todos los demás corretearan a gusto por la playa…
Sentí clarito, clarito, cómo mi corazón se encogió.
La barbilla me temblaba como cuando uno ya no aguanta las ganas de llorar.
Antes le daba besos a mis queridos nietos, era un gusto enorme el que me daba tenerlos en mis brazos como si fueran míos. Sentía su piel tiernita y su respiración dulzona muy cerca de mí. La vida nueva se me metía como un soplo y hasta me daba por cantar canciones de cuna que nunca creía recordar, Pero un día mi nieta, Laura, que acababa de tener a su bebé, dijo que no era bueno que los ancianos besaran a los niños, por cuestiones de salud…
Ya no me les acerqué más, no fuera ser que les pasara algo malo, a causa de mis imprudencias. ¡Tengo tanto miedo de contrariarlos!... Pero yo los bendigo a todos y los perdono, y los amo porque son mi familia, son mi sangre y, después de todo, que culpa pueden tener ellos de que yo me haya vuelto invisible…  Yo me volví invisible para ellos…

¿POR QUÉ GRITA LA GENTE?


¿Por qué grita la gente?


Un día UN Sabio Maestro preguntó a sus discípulos lo siguiente:
- ¿Por qué las personas se gritan cuando están enojadas?

Los hombres pensaron unos momentos:
- Porque perdemos la calma, dijo uno, por eso gritamos.

- Pero, ¿por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado?, preguntó el Maestro.
¿No es posible hablarle en voz baja?
¿Por qué gritas a una persona cuando estás enojado?
Los hombres dieron algunas otras respuestas pero ninguna de ellas lo satisfizo.

Finalmente, él explicó:
- Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia deben gritar, para poder escucharse. Mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno al otro a través de esa gran distancia.

Luego el Maestro preguntó:
- ¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran? Ellos no se gritan sino que se hablan suavemente… ¿Por qué? Porque sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña.

Y continuó:
- Cuando se enamoran aún más, ¿qué sucede? No hablan, solo susurran y se acercan más en su amor. Finalmente, no necesitan siquiera susurrar. Solo se miran y eso es todo.
Así es, ¡¡¡cuán cerca están dos personas cuando se aman!!!

Por último dijo el Maestro:

- Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen…
- No digan palabras que los distancien más…

“Llegará un día en que la distancia sea tan grande
que no encontrarán más el camino de regreso”…

LA VENTANA PANORÁMICA


LA VENTANA PANORÁMICA

Dos hombres, ambos muy enfermos, ocupaban la misma habitación de un hospital. A uno se le permitía sentarse en su cama cada tarde, durante una hora, para ayudarle a drenar el líquido de sus pulmones. Su cama daba a la única ventana de la habitación. El otro hombre tenía que estar todo el tiempo boca arriba.

Los dos charlaban durante horas. Hablaban de sus mujeres y sus familias, sus hogares, sus trabajos, su estancia en el servicio militar, donde habían estado de vacaciones. Y cada tarde, cuando el hombre de la cama junto a la ventana podía sentarse, pasaba el tiempo describiendo a su vecino todas las cosas que podía ver desde la ventana. El hombre de la otra cama empezó a desear que llegaran esas horas, en que su mundo se ensanchaba y cobraba vida con todas las actividades, colores del mundo exterior.

La ventana daba a un parque con un precioso lago. Patos y cisnes jugaban en el agua, mientras los niños lo hacían con sus cometas. Los jóvenes enamorados paseaban de la mano, entre flores de todos los colores del arco iris. Grandes árboles adornaban el paisaje, y se podía ver en la distancia una bella vista de la línea de la ciudad. El hombre de la ventana describía todo esto con un detalle exquisito, el del otro lado de la habitación cerraba los ojos e imaginaba la idílica escena.

Una tarde calurosa, el hombre de la ventana describió un desfile que estaba pasando. Aunque el otro hombre no podía oír a la banda, podía verlo, con los ojos de su mente, exactamente como lo describía el hombre de la ventana con sus mágicas palabras.

Pasaron días y semanas.

Una mañana, la enfermera de día entró con el agua para bañarles, encontrándose el cuerpo sin vida del hombre de la ventana, que había muerto plácidamente mientras dormía.

Se llenó de pesar y llamó a los ayudantes del hospital, para llevarse el cuerpo.

Tan pronto como lo consideró apropiado, el otro hombre pidió ser trasladado a la cama al lado de la ventana. La enfermera lo cambió encantada y, tras asegurarse de que estaba cómodo, salió de la habitación. Lentamente, y con dificultad, el hombre se irguió sobre el codo, para lanzar su primera mirada al mundo exterior; por fin tendría la alegría de verlo el mismo.

Se esforzó para girarse despacio y mirar por la ventana al lado de la cama… y se encontró con una pared blanca. El hombre preguntó a la enfermera qué podría haber motivado a su compañero muerto para describir cosas tan maravillosas a través de la ventana.

La enfermera le dijo que el hombre era ciego y que no habría podido ver ni siquiera la pared, y le indicó:

- “Quizás sólo quería animarle a usted”

EL GUSANO Y EL ESCARABAJO


EL GUSANO Y EL ESCARABAJO

Un gusano y un escarabajo eran amigos y se pasaban charlando largas horas.
El escarabajo estaba consciente de que su amigo el gusano era muy limitado en movilidad, tenía visión muy restringida y era muy tranquilo y pasivo comparado con los escarabajos.
El gusano, por su parte, estaba muy consciente de que su amigo el escarabajo venía de otro ambiente, y de que, en comparación con los gusanos de su especie, comía cosas desagradables, era muy acelerado, tenía una imagen grotesca y hablaba con mucha rapidez.
Un día, la compañera de vida del escarabajo le cuestionó a éste su amistad con el gusano, preguntándole cómo era posible que caminara tanto para ir al encuentro de un ser tan inferior, un ser tan limitado en sus movimientos…
… y por qué seguía siendo amigo de alguien que ni siquiera le devolvía los saludos efusivos que el escarabajo le hacía desde lejos.
Pero el escarabajo estaba consciente de que, debido a lo limitado de su visión, el gusano muchas veces ni siquiera veía que alguien lo saludaba y, si acaso llegaba a notarlo, no distinguía si era o no el escarabajo, y por ello no contestaba el saludo. Sin embargo, el escarabajo calló para no discutir con su compañera.
Fue tanta la insistencia de la escarabaja y tantos sus argumentos cuestionando la amistad que su compañero mantenía con el gusano, que el escarabajo decidió poner a prueba esa amistad alejándose del gusano para esperar a que éste lo buscara.
Pasó el tiempo, y un día llegó la noticia de que el gusano estaba muriendo, pues su organismo se había resentido por los esfuerzos que cada día hacía para ir a ver a su amigo el escarabajo… y, como no lo conseguía durante toda una jornada diurna, el gusano tenía que devolverse sobre sus pasos para pasar la noche en el refugio de su propia casa e intentarlo de nuevo al siguiente día.
Al saber esto, el escarabajo, sin preguntar a su compañera, decidió ir a ver al gusano.
En el camino se cruzó con varios insectos que le contaron de las diarias e infructuosas peripecias del gusano para ir a ver a su amigo el escarabajo y averiguar qué le había pasado.
Le contaron de cómo se exponía día a día para ir a buscarlo, pasando cerca del nido de los pájaros. De cómo sobrevivió al ataque de las hormigas y así sucesivamente.
Llegó el escarabajo hasta el árbol donde yacía el gusano esperando ya el momento final. Y al verlo a su lado, el gusano, apenas con un hilo de vida, le dijo al escarabajo cuánto le alegraba ver que se encontrara bien.
Sonrió por última vez y se despidió de su amigo sabiendo que nada malo le había pasado a éste.
El escarabajo sintió vergüenza por haber permitido que las opiniones de otros minaran su amistad con el gusano y sintió dolor por haber perdido las muchas horas de regocijo que las pláticas con su amigo le proporcionaban y, sobre todo, por haberle puesto en una situación que le causó la muerte.
Al final entendió que el gusano, siendo tan diferente, tan limitado y tan distinto de lo que él era, era su amigo, a quien respetaba y quería porque, a pesar de pertenecer a otra especie, le había ofrecido su amistad.

Y así aprendió varias lecciones ese día:

La amistad está en ti y no en los demás.
Si la cultivas en tu propio ser, encontrarás el gozo del amigo.
El tiempo no condiciona las amistades.
Tampoco lo hacen las razas ni las limitantes propias o las ajenas.

Cuando pierdes un amigo, una parte de ti se va con él.
Las frases, los gestos, los temores, las alegrías, las ilusiones,…
Todo lo que ambos compartieron en el tiempo, se va con él.
El escarabajo murió poco después.
Nunca se le escuchó quejarse de quien mal lo aconsejó,
pues fue decisión suya el prestar oídos a las críticas sobre su amigo.
Si tienes un amigo no pongas en tela de juicio lo que él es,
pues sembrando dudas cosecharás temores.
No te fijes demasiado en cómo habla, cuánto tiene, qué come o qué hace,
pues con ello estarás echando en saco roto tu confianza.
Reconoce la riqueza de quien es diferente a ti y, aun así,
está dispuesto a compartir contigo sus ideales y temores.
La esencia del gusano y el escarabajo se volvieron una sola en el plano más allá de esta vida.
No sé si eres el gusano y yo el escarabajo, o al revés,
pero seguro que somos distintos y que nos movemos en planos diferentes.
Yo, aunque sea gusano, te seguiré buscando día a día;
pero si fuera escarabajo,
no prestaré oído a las críticas, vengan de donde vengan.
Si fuera gusano, ignoraré lo grotesco que me puedas parecer.
Y Si fuera escarabajo, haré uso de mis habilidades para poder servirte siempre.

EL PAQUETE DE GALLETAS


EL PAQUETE DE GALLETAS

Una chica estaba aguardando su vuelo en una sala de espera de un aeropuerto. Como debía esperar un largo rato, decidió comprar un libro y también un paquete de Galletas.
Se sentó en una sala del aeropuerto para poder descansar y leer con tranquilidad.
Asiento de por medio, se ubicó un hombre que abrió una revista y empezó a leer.
Entre ellos quedaron las Galletas. Cuando ella tomó la primera, el hombre también tomó una.
La mujer se sintió indignada, pero no dijo nada.
Apenas pensó: “¡Qué descarado; si yo estuviera más dispuesta, hasta le daría una Bofetada para que nunca más se le olvide! y aprenda a respetar!...
Cada vez que ella tomaba una galletica, el hombre también tomaba una.
Aquello la indignaba tanto que no conseguía concentrarse ni reaccionar.
Cuando quedaba apenas una galletita, pensó: “qué hará ahora este abusador?”.
Entonces, el hombre dividió la última galletica y dejó una mitad para ella.
Ah! No!. . . Aquello le pareció demasiado! ¡Se puso a bufar de la rabia!.
Cerró su libro, agarró sus cosas y demostrando su rabia, se dirigió al sector del embarque.
Cuando se sentó en el interior del avión, miró dentro del bolso y para su sorpresa, allí estaba su paquete de galletas. . . intacto y cerradito…
¡Sintió tanta vergüenza!... Que su rostro se ruborizó de inmediato…
Sólo entonces percibió lo equivocada que estaba.
¡Había olvidado que sus galletas estaban guardadas dentro de su bolso!...
Aquel hombre había compartido las suyas sin sentirse indignado, nervioso, consternado o alterado. Y ya no había más tiempo ni posibilidades para explicaciones o para ofrecer disculpas.

Pero sí tenía suficiente tiempo para razonar:
¿Cuántas veces en nuestra vida sacamos conclusiones, cuando debiéramos observar mejor, antes de prejuzgar?
¿Cuántas cosas no son exactamente como pensamos acerca de las demás personas?
¿Cuántas veces hemos condenado alguna persona por sus actos sin saber los antecedentes o motivos por los que dicha persona actúa de tal o cuál forma?
Y entonces recordó que existen cuatro cosas en la vida que no se recuperan jamás:
1.- Una piedra, después de haber sido lanzada al vacío;
2.- Una palabra, después de haber sido proferida;
3.- Una oportunidad, después de haberla perdido;
4.- El tiempo, después de haber pasado.






LA HISTORIA DE MARÍA JOSÉ


LA HISTORIA DE MARÍA JOSÉ


El día que mi María José nació, en verdad no sentí gran alegría porque la decepción que sentía parecía ser más grande que el gran acontecimiento que representa tener un hijo. Yo quería un varón.
A los dos días de haber nacido, fui a buscar a mis dos mujeres, una lucía pálida y la otra radiante y dormilona. En pocos meses me dejé cautivar por la sonrisa de María José y por el negro de su mirada fija y penetrante, fue entonces cuando empecé a amarla con locura, su carita, su sonrisa y su mirada no se apartaban ni un instante de mi pensamiento, todo se lo quería comprar, la miraba en cada niño o niña, hacía planes, todo sería para mi María José.
-Este relato era contado a menudo por Randolf, el padre de María José: Yo también sentía gran afecto por la niña que era la razón más grande para vivir de Randolf, según decía él mismo. Una tarde estaba mi familia y la de Randolf haciendo un picnic a la orilla de una laguna cerca de casa y la niña entabla una conversación con su papá, todos escuchábamos atentamente-
-Papi, cuando cumpla quince años, ¿Cuál Será mi regalo?.
-Pero mi amor si apenas tienes diez añitos- ¿No te parece que falta mucho para esa fecha?.
-Bueno, papi, tú siempre dices que el tiempo pasa volando, aunque yo nunca lo he visto por aquí-
La conversación se extendía y todos participamos de ella. Al caer el sol regresamos a nuestras casas.
Una mañana me encontré con Randolf frente al colegio donde estudiaba su hija quien ya tenía catorce años. El hombre se veía muy contento y la sonrisa no se apartaba de su rostro. Con gran orgullo me mostró el registro de calificaciones de María José, eran notas impresionantes, ninguna bajaba de 10 y los estímulos que les habían escrito sus profesores eran realmente conmovedores, felicité al dichoso padre y le invité a un café.
María José ocupaba todo el espacio en casa, en la mente y en el corazón de la familia, especialmente el de su padre.
Fue un domingo muy temprano cuando nos dirigíamos a misa, cuando María José tropezó con algo, eso creímos todos, y dio un traspié, su papá la sostuvo de inmediato para que no cayera. Ya instalados en nuestros asientos, vimos como María José fue cayendo lentamente sobre el banco y casi perdió el conocimiento. La tomé en brazos mientras su padre, buscaba un taxi y la llevamos al hospital. Allí permaneció por diez días y fue entonces cuando le informaron que su hija padecía de una grave enfermedad que afectaba seriamente su corazón, pero no era algo definitivo, que debía practicarle otras pruebas para llegar a un diagnóstico firme.
Los días iban transcurriendo, Randolf renunció a su trabajo para dedicarse al cuidado de María José, su madre quería hacerlo pero decidieron que ella trabajaría, pues sus ingresos eran superiores a los de él.
Una mañana Randolf se encontraba al lado de su hija cuando ella le preguntó:
-¿Voy a morir, no es cierto?, Eso te lo dijeron los médicos ¿verdad?
-No mi amor, no vas a morir, Dios que es tan grande, no permitiría que pierda lo que más he amado en el mundo respondió el padre.
-¿Los que mueren Van a algún lugar?. ¿Pueden ver desde lo alto a las personas queridas?. ¿Sabes si pueden volver?
-Bueno hija, respondió, en verdad nadie ha regresado de allá a contar algo sobre eso, pero si yo muriera, no te dejaría sola. Estando en el más allá buscaría la manera de comunicarme contigo, en última instancia utilizaría el viento para venir a verte.
-¿Al viento? ¿Y cómo lo harías papi?.
-No tengo la menor idea hija, sólo sé que si algún día muero, sentirás que estoy contigo cuando un suave viento roce tu cara y una brisa fresca bese tus mejillas.
Ese mismo día por la tarde, llamaron a Randolf, el asunto era grave, su hija estaba muriendo, necesitaban un corazón pues el de ella no resistiría sino unos quince o veinte días más. ¡Un corazón!. ¿De dónde saco un corazón?. Lo vendían en la farmacia acaso, en el supermercado, o en una de esas grandes tiendas que hacen propaganda por radio y televisión. ¡Un corazón!. ¿Dónde?.
Ese mismo mes, María José cumpliría sus quince años. Fue el viernes por la tarde cuando consiguieron un donante, las cosas iban a cambiar. El domingo por la tarde, ya María José estaba operada. Todo salió como los médicos lo habían planeado. ¡Éxito total!. Sin embargo, Randolf no había vuelto por el hospital y María José lo extrañaba muchísimo. Su mamá le decía que ya que todo estaba bien y que sería el papá quien trabajaría para sostener la familia, María José permaneció en el hospital por quince días más, los médicos no habían querido dejarla ir hasta que su corazón estuviera firme y fuerte y así lo hicieron.
Al llegar a casa todos se sentaron en un enorme sofá y su mamá con los ojos llenos de lágrimas le entregó una carta de su padre.
María José, mi gran amor: "Al momento de leer mi carta, debes tener quince años y un corazón fuerte latiendo en tu pecho, esa fue la promesa de los médicos que te operaron. No puedes imaginarte ni remotamente cuánto lamento no estar a tu lado en este instante.
Cuando supe que ibas a morir sentí que yo también moriría contigo, y me preguntaba ¿qué podía hacer?... después de tanto pensar y sentir mil cosas dentro de mí, decidí finalmente que la mejor manera de hacer algo por ti era darle respuesta a una pregunta que me hiciste cuando tenías diez años y a la cual no respondí.
Decidí hacerte el regalo más hermoso que nadie jamás ha hecho. Te regalo mi vida entera, sin condición alguna para que hagas con ella lo que creas que es mejor, sintiendo muchas cosas bellas y sabiendo que en el mundo lo más importante es que quieras vivir, ¡Vive hija!. ¡¡¡¡Te amo!!!!... También quiero que sepas que hoy, mañana y siempre estaré a tu lado, siempre. Te Amo y siempre Te Amaré, porque eres lo más grande y hermoso que Dios me ha dado... siempre estaré contigo, siempre TE AMARÉ...
María José lloró todo el día y toda la noche. Al día siguiente, fue al cementerio y se sentó sobre la tumba de su papá, lloró como nadie lo ha hecho y susurro:
-Papi ahora puedo comprender cuánto me amabas, yo también te amo aunque nunca te lo dije. Por eso también comprendo la importancia de decir "TE AMO". Y te pido perdón por haber guardado silencio"...
En ese instante las copas de los árboles se movieron levemente y cayeron algunas flores, Sintió María José que un suave viento rozó su cara y una brisa fresca besó sus mejillas. Alzó la mirada al cielo sintiendo una paz inmensa y dio gracias a Dios por eso. Se levantó y caminó a casa con la alegría de saber que lleva en su corazón "el amor más grande del mundo"...

LA LUCIÉRNAGA Y LA SERPIENTE


La luciérnaga y la serpiente


Cuenta la leyenda que una vez una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga.
Ésta huía rápido con miedo de la feroz predadora y la serpiente
al mismo tiempo no desistía.
Huyó un día y ella la seguía, dos días y la seguía…

Al tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga paró y le dijo a la serpiente:
- ¿Puedo hacerte tres preguntas?
- No acostumbro dar este precedente a nadie pero como te voy a devorar,
puedes preguntar!!! – contestó la serpiente.

- ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia? – preguntó la luciérnaga.
- No!!! – contestó la serpiente…

- ¿Yo te hice algún mal? – dijo la luciérnaga.
- No. – volvió a responder la serpiente.
-
 Entonces, ¿por qué quieres acabar conmigo?
- ¡¡¡Porque no soporto verte brillar!!!


Moraleja:

Muchos de nosotros nos hemos visto envueltos en situaciones
donde nos preguntamos:

¿Por qué me pasa esto si yo no he hecho nada malo, ni daño a nadie?

Sencillo es de responder… Porque no soportan verte brillar……!!!!

Cuando esto pase, no dejes de brillar, continúa siendo tú mismo,
continúa y sigue dando lo mejor de ti,
sigue haciendo lo mejor, no permitas que te lastimen, no permitas que te hieran,
sigue brillando y no podrán tocarte… porque tu luz seguirá intacta.

Tu esencia permanecerá, pase lo que pase…..

Se siempre auténtico, aunque tu luz moleste a los predadores!!

EL PORTERO DEL PROSTÍBULO


EL PORTERO DEL PROSTÍBULO

No había peor oficio en el pueblo, que ser portero del prostíbulo. Pero ¿qué otra cosa podría hacer aquel hombre? De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenía ninguna otra actividad ni oficio.
Un día, se hizo cargo del prostíbulo un joven con inquietudes, muy creativo y emprendedor, y decidió modernizar el negocio. Hizo cambios y citó al personal para dar las nuevas instrucciones.  Y le dijo al portero:
- A partir de hoy, usted,  además de estar en la puerta, va a preparar un reporte semanal, donde registrará la cantidad de personas que entran, y además, anotará sus comentarios y recomendaciones sobre el servicio.
- ¡Me encantaría complacerlo, señor!, pero no sé leer ni escribir.
- ¿Cómo?... Cuánto lo siento, pero tendré que prescindir de sus servicios.
- ¡Pero señor, usted no me puede despedir, yo trabajé en esto toda mi vida!
- Mire, yo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted; le vamos a dar una indemnización hasta que encuentre otra cosa. Lo siento y que tenga buena suerte.
Sin más, se dio vuelta y se fue  
El portero sintió que el mundo se le derrumbaba. ¿Y ahora, Qué iba hacer...? Y recordó que en el prostíbulo, cuando se rompía una silla o se arruinaba una mesa, él lograba hacer un arreglo sencillo y provisorio.
Pensó que ésta podría ser una ocupación transitoria, hasta conseguir un empleo, pero sólo contaba con unos clavos oxidados, y una tenaza derruida. Entonces pensó que usaría parte del dinero de la indemnización para comprar una caja de herramientas completa.
Como en el pueblo no había ninguna ferretería, debía viajar dos días en mula, para ir al pueblo más cercano a realizar la compra. Y emprendió la marcha. A su regreso, su vecino llamó a su puerta:
- ¡Hola vecino!, ¿vengo a ver si tiene un martillo que me pueda prestar?
- Sí, lo acabo de comprar, pero lo necesito para trabajar, como me quedé sin empleo...
- Bueno, pero yo se lo devolvería mañana bien temprano.
- ¡Está bien!
A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino tocó la puerta.
- Mire, yo todavía necesito el martillo. ¿Por qué no me lo  vende?
- ¡No puedo!, lo necesito para trabajar, y además, la ferretería está a dos días de viaje en mula.
- Hagamos un trato -dijo el vecino-. Yo le pagaré los días de ida y vuelta, más el precio del martillo; total, usted está sin trabajar. ¿Qué le parece?
Realmente, esto le daba trabajo por cuatro días y aceptó. Volvió a montar su mula y, a su regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su casa.
- ¡Hola, vecino! ¿Usted le vendió un martillo a mi compadre?, vengo a decirle que yo necesito unas herramientas, y estoy dispuesto a pagarle sus cuatro días de viaje, más una pequeña ganancia... es que, no dispongo de tiempo para el viaje.
El ex-portero abrió su caja de herramientas, y su vecino eligió una pinza, un destornillador, un martillo y un cincel. Le pagó y se fue. El portero Recordaba las palabras escuchadas:
"¡No dispongo de cuatro días para ir a comprar!"
Si esto era cierto, mucha gente podría necesitar que él viajara para traer herramientas. En el viaje siguiente, arriesgó un poco más de dinero, trayendo más herramientas de las que había vendido. De paso, podría ahorrar algún tiempo en viajes.
La voz empezó a correrse por el barrio y muchos quisieron evitarse el viaje. Una vez por semana, el ahora corredor de herramientas viajaba y compraba lo que necesitaban sus clientes.
Con el tiempo, alquiló una bodega para almacenar las herramientas, y algunas semanas después, adaptó una vidriera y la bodega se transformó en la primera ferretería del pueblo.
Todos estaban contentos, y compraban en su negocio. Ya no viajaba, los fabricantes le enviaban sus pedidos pues él era un buen cliente.
Con el tiempo, las comunidades cercanas preferían comprar en su ferretería y ganar dos días de marcha.
Un día, se le ocurrió que su amigo el tornero podría fabricarle las cabezas de los martillos. Y luego, ¿por qué no?, las tenazas... las pinzas... los cinceles... y luego fueron los clavos y los tornillos... En diez años, aquel hombre se transformó en millonario, con su trabajo como fabricante de herramientas.
Un día, decidió donar una escuela a su pueblo. En ella, además de leer y escribir, se enseñarían las artes y oficios más prácticos de la época, y en el acto de inauguración de la escuela, el alcalde le entregó las llaves de la ciudad, lo abrazó y le dijo:
- Es con gran orgullo y  gratitud que le pedimos nos conceda el honor de poner su firma en la primera hoja del libro de actas de esta nueva escuela.
- El honor sería para mí -dijo el hombre-. Nada me gustaría más que firmar allí, pero no sé leer ni escribir; soy analfabeta.
- ¿Usted? -dijo el Alcalde, que no alcanzaba a creer-. ¿Usted construyó un imperio industrial, sin saber leer ni escribir? ¡Estoy asombrado! Me pregunto, ¿qué hubiera sido de usted si hubiera sabido leer y escribir?
- Yo se lo puedo contestar -respondió el hombre con calma-
Si yo hubiera sabido leer y escribir... ¡sería el portero del prostíbulo!...

Mis amigos: Generalmente, los cambios son vistos como adversidades.
Las adversidades encierran bendiciones.
Las crisis están llenas de oportunidades.
Puede ser tu mejor opción.

"EL PODER DE LA PALABRA"


EL PODER DE LA PALABRA
Cuenta la historia que en cierta ocasión, un sabio maestro se dirigía a su atento auditorio dando valiosas lecciones sobre el poder sagrado de la palabra, y el Influjo que ella ejerce en nuestra vida y la de los demás. "Lo que usted dice no tiene ningún valor"- lo Interpeló un señor que se encontraba en el auditorio. El maestro lo escuchó con mucha atención y tan pronto terminó la frase, le gritó con fuerza: "Cállate y siéntate, idiota, estúpido.
Ante el asombro de la gente, el aludido se llenó de furia, soltó varias impresiones y, cuando estaba fuera de sí, el maestro alzó la voz y le dijo: "Perdone caballero, le he ofendido y le pido perdón; acepte mis sinceras excusas y sepa que respeto su opinión, aunque estemos en desacuerdo".
El señor se calmó y le dijo al maestro: "Lo entiendo, y también le pido disculpas y acepto que la diferencia de opiniones no debe servir para pelear, sino para mirar las otras opciones".
El maestro sonrió y le dijo:
"Perdone usted que haya sido de esta manera, pero así hemos visto todos del modo más claro, el gran poder de las palabras:
Con unas pocas palabras te exalté, y con otras pocas palabras te calmé"
Las palabras no se las lleva el viento, las palabras dejan huella. 
Tienen poder e influyen positiva o negativamente...  Las palabras curan o hieren a una persona. Por eso mismo, los griegos decían que la palabra era divina y los filósofos elogiaban el silencio. 
Piensa en esto y cuida tus pensamientos, porque ellos se convierten en palabras; y también cuida tus palabras porque ellas marcan tu destino.
Medita sabiamente para saber cuándo y cómo hay que comunicarse, y cuándo el silencio es el mejor regalo para ti y para los que amas.
Eres sabio si sabes cuándo hablar y sabes cuándo callar.
Piensa muy bien antes de hablar, cálmate cuando estés airado, resentido o molesto. Habla sólo cuando estés en paz…
Recuerda que las palabras tienen poder y que el viento nunca se las lleva.
y siempre debes tener presente que:
 "Una cometa se puede recoger después de echarla a volar, pero las palabras jamás se podrán recoger una vez que hayan salido de tu boca".