domingo, 2 de septiembre de 2012

LA CARRETA VACÍA

La carreta vacía
«Caminaba despacio con mi padre, cuando él se detuvo en una curva y, después de un pequeño silencio, me preguntó: “Hijo: Además del canto de los pájaros, ¿escuchas algo más?”. Agucé el oído y le respondí: “Si papá, Oigo el ruido de una carreta”. “Eso es —dijo mi padre—, una carreta, pero una carreta vacía”. Pregunté a mi padre: “¿Y Cómo sabes que está vacía, si aún no la hemos visto?”. »Entonces mi padre respondió: “Aprende hijo mío: Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por el ruido. Cuanto más vacía va la carreta, mayor es el ruido que hace”.
»Me convertí en adulto, y ahora, cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación, siendo inoportuna o arrogante, presumiendo de lo que tiene o de lo que es, mostrándose prepotente o menospreciando a los demás, tengo la impresión de oír de nuevo la voz de mi padre diciendo: "Cuanto más vacía va la carreta, mayor es el ruido que hace". La humildad hace callar a nuestras virtudes pero permite a los demás que puedan descubrirlas…  Mis amigos… nadie está más vacío que quien está lleno de sí mismo.»
Muy interesante el mensaje que nos deja de este viejo relato. Cuando imaginamos el paso de una carreta llena de carga, esforzada, silenciosa, y hasta un poco hundida por el peso que lleva, esa imagen nos transmite una sensación de plenitud y de silencio. Y algo parecido sucede con las personas. Hay vidas que están llenas de sabiduría, de esfuerzo y de sentido. Suelen ser vidas activas y luchadoras, pero hacen muy poco ruido. Son vidas que no cuadran con los grandes alardes vacíos de actividad, ni con los excesos de protagonismo personal, ni con el individualismo que por lo general, suele delatar ocultas faltas de rectitud y de vocación de servicio… El que sabe, suele hablar poco; el que habla mucho, suele saber poco. El que profundiza en las cosas, suele hablar con prudencia y con mesura. Los que hablan a la ligera y hacen juicios precipitados sobre las personas o los asuntos, suelen hablar demasiado. Son personas que con su alma vacía hacen chirriar el ambiente en todo su entorno, así como las carretas vacías. Y chirrían sobre todo porque les falta el aplomo de la verdad. Porque la verdad es muy contraria a su constante búsqueda de la satisfacción personal…

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